domingo, 30 de agosto de 2015

DEPRESION. YO TENIA UN PERRO NEGRO.

Cuando no hemos padecido nunca trastornos mentales como la ansiedad o la depresión, no podemos llegar a imaginar por lo que pasan las personas que las padecen.


En su peor momento, la depresión puede ser una condición debilitante y terrorífica. Millones de personas en todo el mundo viven con depresión. Muchas de estas personas y sus familias tienen miedo de hablar de sus luchas, y no saben dónde acudir en busca de ayuda. Sin embargo, la depresión es en gran parte prevenible y tratable. Identificar la depresión y buscar ayuda es el primer y más importante paso hacia la recuperación.

En colaboración con la OMS para conmemorar el Día Mundial de la Salud Mental, el escritor e ilustrador Mateo Johnstone cuenta la historia de superación del “perro negro de la depresión”, figura metafórica que utiliza para describir qué es y como se siente una persona con esta patología.

Si conoces a alguien que esté en esta situación y todavía no haya recurrido a la búsqueda de ayuda hazle llegar este video. También si al verlo tú mismo identificas que estás pasando por la compañía de este gran perro negro, ponte lo antes posible en manos de un profesional y empieza a vivir de nuevo.


RESILIENCIA.

Cuando los japoneses reparan objetos rotos, enaltecen la zona dañada rellenando las grietas con oro. 
Ellos creen que cuando algo ha sufrido un daño y tiene una historia, se vuelve más hermoso. 
El arte tradicional japonés de la reparación de la cerámica rota con un adhesivo fuerte, rociado, luego, con polvo de oro, se llama Kintsugi. 
El resultado es que la cerámica no sólo queda reparada sino que es aún más fuerte que la original. En lugar de tratar de ocultar los defectos y grietas, estos se acentúan y celebran, ya que ahora se han convertido en la parte más fuerte de la pieza. 


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Kintsugi es el término japonés que designa al arte de reparar con laca de oro o plata, entendiendo que el objeto es más bello por haber estado roto.
Llevemos esta imagen al terreno de lo humano, al mundo del contacto con los seres que amamos y que, a veces, lastimamos o nos lastiman.
¡Cuán importante resulta el enmendar! 
Cuánto, también, el entender que los vínculos lastimados y nuestro corazón maltrecho, pueden repararse con los hilos dorados del amor, y volverse más fuertes.
La idea es que cuando algo valioso se quiebra, una gran estrategia a seguir es no ocultar su fragilidad ni su imperfección, y repararlo con algo que haga las veces de oro: fortaleza, servicio, virtud... 
La prueba de la imperfección y la fragilidad, pero también de la resiliencia —la capacidad de recuperarse— son dignas de llevarse en alto.

viernes, 28 de agosto de 2015

LOS PELIGROS DE DESAHOGARSE

Hay terapeutas que nos aconsejan expresar nuestra ira para sentirnos mejor. Nos sugieren que digamos o hagamos cosas para sacar la cólera que sentimos, como coger un palo y golpear un neumático, o dar un portazo con todas nuestras fuerzas. O también golpear una almohada. Estos terapeutas creen que es el método para eliminar la energía de la ira que hay en nosotros, y lo llaman «desahogarse».

Cuando tu habitación está llena de humo, quieres ventilarla para que salga el humo. La ira es una especie de humo, una energía que te hace sufrir. Cuando el humo de la ira surge, quieres abrir la puerta y encender el ventilador para que salga la ira. Así que te desahogas golpeando una piedra o un árbol con un palo, o aporreando una almohada. He visto a mucha gente hacerlo. Pero en realidad, con este método sólo te sientes mejor temporalmente, y además los efectos que tiene son muy perjudiciales, te harán sufrir mucho más.

La ira necesita energía para manifestarse. Cuando intentas descargarla golpeando algo o aporreando la almohada con todas tus fuerzas, al cabo de media hora estarás agotado. Y como estarás hecho polvo, no te quedará más energía para alimentar la ira que sientes y pensarás que ha desaparecido, pero no es cierto, lo que ocurre es que estás demasiado cansado para estar enfadado.

La ira que sientes surge de las raíces de la ira que hay en ti. Las raíces de la ira se arraigan en la ignorancia, en las percepciones erróneas y en la falta de comprensión y compasión. Cuando das rienda suelta a la ira, simplemente estás abriendo la energía que alimenta la ira en ti, pero sus raíces siguen estando ahí, y al expresar la ira de este modo, las fortaleces. Este es el peligro que comporta desahogarse.

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En el New York Times del 9 de marzo de 1999 apareció un artículo sobre la ira titulado:«Descargar la agresividad no es aconsejable». Según este artículo, los psicólogos sociales habían llevado a cabo numerosas investigaciones y habían sacado la conclusión de que intentar descargar la ira y la agresividad golpeando una almohada y haciendo cosas parecidas no ayudaba en absoluto. En realidad, empeoraba la situación.

Cuando aporreas una almohada, en vez de calmar y disminuir la ira que sientes, la estás fortaleciendo. Si lo haces a diario, la semilla de la ira que hay en ti crecerá cada día. Y algún día, cuando veas a la persona que te ha hecho enfurecer, tal vez practiques lo que has estado ensayando. La golpearás y acabarás en la cárcel. Por eso, manejar tu agresividad golpeando una almohada o desahogándote no sirve para nada y es una práctica peligrosa. En realidad no estás desahogando la energía de la ira, porque la ira no desaparece de tu organismo.

Descargar la cólera que sentimos es una práctica basada en la ignorancia. Cuando imaginas que la almohada es el objeto odiado y la golpeas, estás manifestado ignorancia e ira. En lugar de disminuir la violencia y la ira que experimentas, te enojas y enfureces más.

Una serie de terapeutas han confirmado que la práctica de desahogar la ira es peligrosa. Me explicaron que dejaron de aconsejar a sus pacientes que la hicieran, porque después de haberse desahogado golpeando una almohada estaban cansados, por eso se sentían mejor. Pero una vez descansaban y comían un poco, si alguien llegaba y regaba las semillas de la ira que había en ellos, se enfurecían más que antes, porque habían estado alimentando las raíces de su ira al manifestarla.

Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh

miércoles, 26 de agosto de 2015

EJERCICIO (EL MAL NO EXISTE)

Piensa en algo que hayas hecho en el pasado y que al recordarlo tenga sentido de culpabilidad. Entiende que, como para ti lo que hacías tenia una parte de agrado, esa parte no te dejó ver tu injusticia, o pudo más que ella. Tú actuabas bajo los efectos de la programación, paralizado e hipnotizado por ella, creías que tu felicidad estaba en hacer aquello, ¿No?. A ver si eres capaz de ver lo que sucedió como consecuencia de una enfermedad de la que quieres sanar.

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Si te das cuenta de ello, es que despiertas a la realidad, es que te estás sensibilizando, y en donde hay sensibilidad — apertura hacia la verdad — no puede haber pecado. Puedes estar enfermo y necesitar curarte, despertarte más a la realidad, pero si ya lo puedes observar, señal de que lo estás consiguiendo.

Ya sabes el porqué de tu obrar así. 

A ver si eres capaz de perdonarte tú, sin más sentido de culpabilidad ni resentimiento. Si de verdad has comprendido la situación y aceptado tu papel en ella, ya no habrá remordimiento ni rechazo alguno al recordarlo.

Ahora piensa en algún rechazo, ofensa o injusticia que has recibido de otro. ¿Era una ofensa?. ¿O es que tu miedo e inseguridad hizo que te sintieras ofendido?. Es posible que el otro no supiese obrar debidamente, pero piensa que, al actuar así, a quien hizo más daño es a sí mismo, no a ti. ¿Eres capaz de verlo?.

El otro es inocente, aunque en ese momento hubiese reaccionado ofuscadamente, cómo un loco. Pero lo importante es que él no está capacitado para ofenderte, ni con palabras, ni con actitudes, ni con gestos. Es tu inseguridad la que se sintió atacada e hizo que tus mecanismos de defensa se pusieran en guardia. Recompón la situación y verás como es así. 

¿Qué es el pecado?. Existe el pecado, pero es un acto de locura. Tú preocúpate de desmontar tu programación y no te preocupes de lo que te digan.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello

lunes, 24 de agosto de 2015

La reina y sus truhanes

Ayer, de casualidad, andaba por la zona del Museo Nacional de Bellas Artes. No sabía que pasaba cuando de lejos vi algunas personas amontonadas tras un vallado custodiado por muchos policías.  Sólo me bastó con revisar Twitter para enterarme que Cristina Kirchner y algunos de sus funcionarios estaban en el MNBA inaugurando salas nuevas.
Las inauguraciones pomposas del ensanchamiento de una sala, el abuso de la cadena nacional, los aplausos insólitos y el discurso del desparpajo no son motivo de sorpresa en esta Argentina desolada por la prepotencia de los sinvergüenzas y la incompetencia de una ciudadanía perdida en el relativismo moral. Esto lo vemos a diario, indigna, pero no es motivo de asombro.
Sin embargo, esta vez pude, por segunda vez, verlo desde adentro. Todo lo que parecía parte de la cotidianidad, dejó de serlo. No escuché el discurso, estuve entre ellos, entre quienes no escuchan, entre quienes sostienen banderas y entonan eufóricos, una y otra vez, mensajes cobardes de venganza. Esta vez, escuché de qué hablan y pude ver los detalles de ese contexto dantesco y pantanoso.
La Cámpora, en una esquina, apartados de todos, amontonados entre ellos, escondidos tras banderas que acompañan con la entonación de cánticos de barrabravas. El mensaje que tararean es una clara amenaza a quienes se resisten a integrar las filas de los bufones de la reina. La Cámpora es un club de fans de Recalde, Kiciloff y de los puestos públicos que pudieran conseguir según su capacidad de servilismo.
Entran a los actos oficiales, pero a oficiar de plebe. Tienen visibilidad, pero no sus rostros, sino sus banderas, diseñadas para dar la justa impresión de masa, de entes sin espíritu. Se codean con los altos dirigentes del partido, sólo cuando ellos se acercan al vallado a estirarles la mano o asoman a los balcones a usarlos de relleno para engañar a la audiencia. No tienen ideas propias, son el desagüe del discurso oficial, del relato, de la bajada de línea.  Son, por gusto propio, los marginales del kirchnerismo.
En otro orden, se encuentran aquellos fue fueron tocados por la varita mágica del empleo público jerárquico. Aquellos que tienen acceso a los mejores lugares en el aplaudómetro oficial. Los que se pavonean por los pasillos del Congreso y la Casa Rosada imaginando ser herederos de una fortuna, imaginándose dueños de todo, imaginándose portadores de apellidos (frase muy común entre este círculo) y actuando como ellos creen que actuaría un rico, haciendo carne sus acusaciones infundadas y sus frustraciones.
Son los hijos de, los hermanos de, los parientes de. Imberbes, soberbios y corruptos; ajustan un gesto de superación frente a la multitud, exaltan eufóricamente –para que se note- y en voz alta su dominio del escenario, su compinchaje y confianza con los jefes de la manada. Entre abrazos, risotadas y enfundados en sobrecargados atuendos que evidencian la línea que une la ética de la estética, reflejan hacia abajo el esplendor del dinero arrebatado y de líderes alimentados con la adulación. Desde abajo, responden positivamente. Seres humanos que eligen sus líderes para vengarse de esos enemigos imaginarios inventados por el credo populista; adulan, imitan y se arrodillan ante estos personajes mesiánicos e inmorales.
populismo-megafono
Todos estos personajes son la base, los pilares de los líderes del partido. Sin embargo, esos líderes, no surgen de los fanáticos, surgen del pensamiento medio de la sociedad. Kiciloff, es el más claro ejemplo de esto. Cualquiera que haya ido a la universidad, tanto pública como privada, ha sido testigo de aquellos considerados “los inteligentes”.
La inteligencia, con los parámetros de medida del pensamiento medio argentino, está mesurada de la misma manera que se miden las posturas morales y éticas, entre grises, sin definiciones claras, que parezca algo que no es, que no se note. Los inteligentes son aquellos que ponen todo el intelecto para justificar lo injustificable, son aquellos que exponen sus conocimientos sin olvidar jamás el condimento de la viveza criolla y la avivada. ¿Se imaginan como hubiera sido asistir a la cátedra de Kiciloff, pedir la palabra y exponer los principios éticos liberales como las bases fundamentales de la aniquilación de la pobreza? ¿Cuál hubiera sido la reacción? No la reacción de los marxistas, no de los fanáticos, sino de los moderados. La reacción siempre ha sido la admiración al charlatán que mejor modula y la condena social a quién deja en evidencia al charlatán.
Hoy, los charlatanes gobiernan. Llevan una vida que jamás imaginaron llevar. Se creen estrellas de la farándula. Bajan las escalinatas, caminan en alfombras, se acercan a su público, se sacan fotos con ellos, les pasan la mano, se suben a autos de lujos, degustan manjares, descansan en playas exóticas. Todo esto se debita coercitivamente de la cuenta de esa clase media que por años moderó el discurso de los valores, que enseñó a sus hijos la palabra “yanquilandia” y la frase “el Che murió por sus ideales”, creando la imagen del valor positivo en la figura del asesino, y la imagen de país con filosofía de plástico sobre el lugar que fue cuna de la libertad y del sistema político y filosófico más avanzado que la humanidad ha conocido.  La misma clase media que se ha encargado de ridiculizar las voces de quienes enfrentaban a los charlatanes que hoy los esquilman.
La reina y sus truhanes están cómodos en el poder. Lo tienen todo. Ellos están en la cima. Tienen poder, mucho poder, pero quieren más. Nunca estuvieron mejor. No hay más pobres…entre ellos. Los otros pobres, no los ven, son de imposible visibilidad desde la altura de aviones y helicópteros. Están cómodos por lo que les sobra, por la tropa que los rodea, pero sobre todo, porque comprenden que los valores que han hecho grande a la Argentina, los valores que a ellos los llevarían a tribunales y no al sillón de Rivadavia, son ignorados, denostados y relativizados por una sociedad éticamente desorientada, con miedo a pensar, y lo peor de todo, con miedo a la libertad.
 · 24/08/2015

sábado, 22 de agosto de 2015

PERLITAS CONTEMPORANEAS






POR DÓNDE EMPEZAR CUANDO SE ESTÁ PERDIDO?

Alejandro Jodorowsky: 
1°Lo primero es darnos cuenta y aceptar que estamos perdidos: humildad
2°Lo segundo es decidirnos a creer que la meta buscada no está lejos sino , por el contrario, es el centro de nuestro interno ser: fe
3°Y tercero, comprometernos a morir antes que abandonar esta búsqueda, aunque ella dure toda nuestra vida: voluntad.


 Tres posibilidades:

1.- Leer, releer, volver a leer, estudiar sin cesar, meditar, orar, hasta encontrarnos.
2.- Por una milagrosa suerte, iluminarnos repentinamente.

3.- Aceptar que una persona caritativa, ya realizada, nos ayude.

¿AMANTE O NO AMANTE? PREGUNTAS GUÍA

5. PREGUNTAS QUE PUEDEN SERVIRTE DE GUÍA ANTES DE TOMAR LA DECISIÓN

• ¿AMANTE O NO AMANTE? Pregúntate por qué necesitas un amante. La experiencia demuestra que si primero no resuelves lo que tienes con tu pareja, para bien o para mal, nunca tendrás claridad emocional ni sobre tu amante ni sobre tu pareja. La infidelidad es un mal paliativo, no conduce a nada bueno ni resuelve los problemas de fondo.

• ¿HAY ALGÚN RIESGO DE QUE TE QUEDES SIN AMANTE Y SIN PAREJA? Sí lo hay. El riesgo de irte a vivir con tu amigo o amiga prematuramente estriba en que no puedas manejar ni la convivencia ni la separación. Quedarse solo o sola puede ser una buena opción, pero debe ser fruto de una decisión deseada y pensada, y no ser consecuencia de actuaciones impulsivas. Cabeza fría, aunque el corazón esté recalentado.

• ¿CONOCES A TU AMANTE LO SUFICIENTE PARA SABER SI SOIS COMPATIBLES PARA UNA VIDA DE PAREJA? Suma las horas que has estado con él o con ella. Piensa qué situaciones has compartido y si te convencen. Pregúntate si necesitas más tiempo. Si lo único que tienes son hermosas anécdotas de cama, no tienes nada.

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• ¿ES AMOR LO QUE SIENTES O HAS SIDO VÍCTIMA DE UN HURACÁN DE GRADO 10 QUE TE LLEVA Y TE TRAE COMO UN TÍTERE? Antes de echarle sal al postre, antes de bajar del cielo y hacer que las pasiones aterricen a su nivel medio o medio/bajo, repasa las razones por las que sigues con él o ella. Medítalo seriamente, examina los atractivos, las sensaciones, los deseos... y, después, enfría el ímpetu y la relación un poco, trata de comprender qué te llevó a ello y qué te mantiene allí. Intenta ser realista.

• ¿PUEDE CONSTRUIRSE ALGO POSITIVO DONDE SE INFLIGIÓ TANTO DOLOR A OTROS? Algunos  dicen que no, que nada bueno surge de herir a otros, aunque sea en nombre del amor.

El amor no lo justifica todo. Según los que sostienen y defienden este punto de vista, el amor se desvirtúa si necesita del engaño y la mentira para existir. Es sólo para que lo pienses; no sé si tienen razón, pero vale la pena analizarlo.

• ¿ERES CAPAZ DE CONFIAR EN LA FIDELIDAD DEL QUE FUE AMANTE Y AHORA COMPARTE TU VIDA? ¿Eres de los que piensa que si lo hizo una vez, aunque fuera contigo, podría volver a hacerlo? ¿Celos de que el amante o la amante tenga un amante? ¿De que el ex amante (ahora pareja) repita el amor prohibido con otra? Verdaderamente, pasar de cómplice a víctima es una paradoja que agobia y le quita el sueño a más de uno.

Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso



A PRESIÓN SOCIAL Y EL QUÉ DIRÁN

Por alguna extraña razón, a la gente no le agradan las «parejas disparejas» que se llevan muchos años. Por ejemplo, en Estados Unidos, el 65% de las mujeres no están de acuerdo con que las maduras tengan relaciones con hombres muy jóvenes.

De igual manera, si un hombre mayor sale con una jovencita, es probable que el calificativo de «viejo verde» no tarde en ser pronunciado (obviamente no me refiero a menores de edad). Lo importante es no dejarse influir por el qué dirán.

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Un amigo estaba emparejado con una muchacha mucho más joven y debía hacer frente con bastante frecuencia a momentos «incómodos». El más común tenía que ver con el parentesco asumido cuando alguien le decía: «Lo felicito, muy guapa su hija». El hombre, que no se impresionaba demasiado por las opiniones ajenas, solía responder con una sonrisa maliciosa:«No es mi hija, es mi mujer. ¿No le parezco muy afortunado?». Por el contrario, algunas personas reciben estos comentarios como una puñalada en el ego. Un paciente celoso, cada vez que alguien confundía a su señora con su hija, se «ofendía», exigía respeto y peleaba por su «honor mancillado». La irracionalidad de su conducta era evidente: ¿por qué debían saber los otros que no era su hija, si en realidad parecía serlo? La indignación sobraba y lo único que lograba con semejante actitud era confirmar que no se sentía seguro en la relación. El humor, sin duda y como siempre, ayuda a no tomarse la opinión de los demás muy en serio. Recuerdo el caso de una pareja en la que la diferencia de edad era marcada y notoria: él tenía veintinueve años y ella cincuenta y cuatro. Cuando alguien les atribuía el parentesco «madre-hijo», él comenzaba a chuparse el dedo pulgar, adoptaba la posición fetal y le agarraba los senos. La gente salía despavorida y ambos se morían de la risa.

La cuestión cambia cuando la relación va en más serio y hay que enfrentarse a la familia, ya sea por motivos económicos o simplemente debido a que la relación no encaja en sus esquemas. Los argumentos suelen ser los mismos de siempre y relacionados con las apariencias y un vínculo inexistente: «¡Podrías ser su padre!», «¡Podrías ser su madre!», «¡Podrías ser su hija» o«¡Podrías ser su hijo!». ¿Qué responder a esto? La verdad: «¡Pues no lo soy!». Por lo general, la familia saca a relucir una cantidad de inconvenientes y consejos de todo tipo que, si provienen de quienes no tienen intereses creados, no está de más tenerlos en cuenta. Aunque al final, el último juez de tu propia conducta serás tú.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 

miércoles, 19 de agosto de 2015

5 MENTIRAS QUE TE MANTIENEN ATRAPADO EN TU ZONA DE CONFORT

A un rey le obsequiaron dos pichones de halcón. Este, los entregó inmediatamente al maestro de cetrería para que los entrenara. Después de varios meses, el instructor le comunicó al rey que uno de los halcones estaba bien educado, pero no sabía qué le pasaba al otro. Desde que había llegado al palacio, no se había movido de la rama, incluso había que llevarle el alimento. 

El rey mandó llamar a sanadores y curanderos pero ninguno pudo lograr que el ave volara. Desesperado, hizo público un edicto en el que proclamaba una recompensa para aquel que hiciera volar al halcón. A la mañana siguiente, el rey vio al ave volando en sus jardines. 

- Traedme al autor de este milagro.

Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó:

- ¿Cómo lograste que el halcón volara? ¿Acaso eres mago? 

- No fue muy difícil - explicó sonriendo el hombre. - Tan solo corté la rama. En ese momento al ave no le quedó otra alternativa que echar a volar.

Esta fábula nos enseña que a veces es necesario quedarse en la rama para recuperar fuerzas, pero si nos quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, nunca sabremos cuán lejos habríamos sido capaces de llegar. Por eso, necesitamos expandir cada vez más nuestra zona de confort.

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Crecemos al salir de la zona de confort


Lo queramos o no, la capacidad para abandonar de manera consciente nuestra zona de confort y atrevernos a descubrir nuevos horizontes o perseguir nuestros sueños es lo que nos hace diferentes a los demás, es lo que nos permite tener nuevas experiencias que enriquezcan nuestra vida. Lamentablemente, la mayoría de las personas prefieren quedarse en su zona de confort, ese espacio en el que se sienten más o menos a gusto y al seguro.

Para comprender la zona de confort puedes imaginar dos círculos concéntricos, uno pequeño dentro de uno mayor, pero que no se tocan en ningún punto. El círculo pequeño representa todas las cosas a las que estamos acostumbrados, nuestros hábitos y rutinas, los sitios que solemos visitar y las personas que frecuentamos. Es nuestra zona de confort.

A primera vista, todo puede parecer genial, pero lo cierto es que mantenerse dentro de ese círculo no es una garantía de felicidad ni te asegurará que al final de tu vida no tendrás arrepentimientos. En realidad, mantenerse en la zona de confort te limita porque no te permite descubrir nada nuevo. De esta forma, es posible que mueras un poco cada día. De hecho, recuerda que la vida comienza donde termina tu zona de confort.

Sin embargo, existe un círculo mucho más grande, compuesto por las cosas que no conoces, por tus sueños, los desconocidos, los lugares nuevos… Es el círculo del aprendizaje. De hecho, solo crecemos cuando somos capaces de dar el salto a ese círculo, de manera que nuestro pequeño círculo se amplíe cada vez más. 

A muchas personas dar ese salto les asusta demasiado, porque no saben qué encontrarán en ese otro círculo, de manera que ponen en práctica un mecanismo de autosabotaje, para mantenerse en su zona de confort y no verse obligadas a salir.

Las mentiras que nos contamos para no salir de la zona de confort

1. “No tengo por qué hacerlo”

Es cierto, no hay nadie que te empuje fuera de tu zona de confort, no es obligatorio que salgas, pero si te quedas dentro, no crecerás. Recuerda que no creces simplemente porque pasen los años, sino por los retos que enfrentas. Cuando piensas en un proyecto que representa un gran desafío y de repente tu voz interior te dice que no tienes por qué hacerlo, en realidad lo que estás expresando es una resistencia al cambio, porque una parte de ti desea que te mantengas dentro de los límites de lo conocido. Sin embargo, cuando vuelvas a pensar que no tienes motivos para emprender algo nuevo, recuerda que el simple hecho de crecer y descubrir, son razones más que suficientes. 

2. “No es el momento adecuado”

En muy pocas ocasiones se dan las condiciones perfectas para emprender algo, pero ir en pos de un sueño significa luchar contra viento y marea, creando las condiciones a lo largo del camino. Cuando te dices a ti mismo que no es el momento adecuado, está hablando el miedo, probablemente un intenso miedo al fracaso que te inocularon desde la infancia. Por supuesto, no se trata de lanzarse a la aventura sin valorar los pros y los contras pero si queremos lograr realmente algo en la vida, debemos ser conscientes de que no podemos quedarnos parados, necesitamos ir dando pequeños pasos. Y mientras antes comencemos a andar, mejor.

3. “Comenzaré cuando…”

Se trata de una de las excusas más comunes para quedarnos a salvo en nuestra zona de confort. En práctica, es el autoengaño perfecto porque no estamos renunciando al sueño o el proyecto que tenemos en mente, sino tan solo aplazándolo, hasta que se produzca determinada situación. El problema es que esta excusa nos lleva directamente a la procrastinación, por lo que es probable que cuando la condición que demandamos se cumpla, pongamos otra, y luego otra más. De esta forma logramos mantener viva la esperanza pero, a la vez, no tenemos que esforzarnos para hacer ese sueño realidad. Por eso, aunque no estén todas las condiciones creadas, simplemente ve dando pequeños pasos, no esperes demasiado porque la vida es muy corta.

4. “No es para mí”

Básicamente, detrás de esta frase se esconde la idea de que no somos lo suficientemente buenos o capaces. Se trata de la excusa perfecta para las personas inseguras y que tienen una baja autoestima. También es una excusa que utilizan las personas que tienen miedo del mundo y se cierran a las nuevas experiencias. En todo caso, no podrás saber si una cosa realmente te gusta o no hasta que no la pruebes. De hecho, es probable que en más de una ocasión hayas pensado que algo no estaba hecho para ti pero después de probarlo, has llegado a amarlo o incluso te has aficionado. Por tanto, no te cierres nunca a las nuevas experiencias ni te limites como persona. Es lo peor que podrías hacer. 

5. “No sé cómo hacerlo”

Las cosas nuevas pueden atemorizar, por eso una de las excusas que inventamos para permanecer en nuestra zona de confort consiste en decirnos que no sabemos cómo enfrentar el reto. Podemos pensar que no tenemos las habilidades necesarias o que nunca las podremos desarrollar. Sin embargo, recuerda que cuando tienes un "qué", los "cómos" llegan solos. Es cierto que para emprender determinados proyectos se requiere una preparación pero eso no implica que no puedas hacerlo, tan solo significa que te llevará más tiempo o que necesitarás a una persona que te ayude. Ninguna destreza surge de la nada, todas esconden en su base mucha pasión y esfuerzo. 

Como colofón, ten siempre en mente lo que decía Nelson Mandela: “Imposible es todo aquello que no se intenta”.