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domingo, 5 de junio de 2016

¿LE GUSTA QUE LO CONTROLEN?

Desarmados, todos debemos estar desarmados. En la liberación final, yo soy un estúpido. Por lo general, ocurre cuando yo oprimo un botón y usted se siente bien; oprimo otro botón y usted se siente mal. Y a usted le gusta. ¿CUÁNTAS PERSONAS CONOCE USTED QUE NO SE DEJAN AFECTAR POR LA ALABANZA O LA CRÍTICA? Decimos que eso no es humano. Humano significa que usted es un poquito como un mico, de modo que todos pueden influir en usted, y usted hace lo que debe hacer. Pero, ¿eso es humano? Si les parezco encantador a ustedes, eso quiere decir que en este momento están de buen humor, nada más también significa que cumplo sus expectativas.

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Todos tenemos una lista de expectativas, y es como si usted tuviera que estar de acuerdo con esa lista: alto, trigueño, bien parecido, acorde a MIS gustos. "Me gusta el timbre de su voz". USTED DICE: "ESTOY ENAMORADO". NO, USTED NO ESTÁ ENAMORADO, NO SEA ESTÚPIDO. CUANDO ESTÁ ENAMORADO (VACILO EN DECIRLO) USTED ES PARTICULARMENTE ESTÚPIDO. SIÉNTESE Y OBSERVE LO QUE LE ESTÁ PASANDO. ESTÁ HUYENDO DE SÍ MISMO. QUIERE ESCAPAR. ALGUIEN DIJO CIERTA VEZ: "GRACIAS A DIOS POR LA REALIDAD Y LOS MEDIOS PARA ESCAPAR DE ELLA". De modo que eso es lo que pasa. Somos muy mecánicos, muy controlados. Escribimos libros sobre el control y lo maravilloso que es ser controlados y sobre lo necesario que es que la gente nos diga que estamos bien. Entonces nos sentimos bien con nosotros mismos. ¡Qué maravilloso es estar en la cárcel! O como alguien me dijo ayer, estar en su jaula. ¿A usted le gusta estar preso? ¿Le gusta que lo controlen? Le diré algo: Si usted se permite sentirse bien cuando la gente le dice que está bien, se está preparando para sentirse mal cuando le digan que no está bien. Mientras viva para cumplir las expectativas de otras personas, es mejor que ponga atención a la ropa que usa, a la manera de peinarse, a si sus zapatos están brillantes; en resumen, que se fije a ver si cumple todas las malditas expectativas de los demás, ¿Usted cree que eso es humano?.

¡Esto es lo que descubrirá cuando se observe a sí mismo! ¡Se horrorizará! La verdad es que usted no está ni bien ni mal. ¡Usted puede estar dentro del actual ambiente o tendencia de moda! ¿Significa eso que está bien? ¿Estar bien depende de eso? ¿Depende de lo que la gente piensa de usted? Según esos criterios, Jesucristo tiene que haber estado muy mal. Usted no está bien ni está mal. Usted es usted. Espero que ése sea el gran descubrimiento, al menos para algunos de ustedes. Si tres o cuatro de ustedes descubren esto durante estos días en que estamos juntos ¡Qué cosa tan maravillosa! ¡Extraordinario! Eliminen todo ese cuento de estar bien o no estar bien; eliminen todos los juicios, y, sencillamente, observen, miren. Harán grandes descubrimientos. Esos descubrimientos producirán cambios. No tendrá que hacer el menor esfuerzo, créanme.

Esto me recuerda a un hombre en Londres, después de la guerra. Viaja en un autobús, sentado; tiene encima de las piernas un paquete envuelto en papel de color marrón; es un objeto grande y pesado. El conductor se le acerca y le dice: 

-¿Qué es lo que tiene ahí en las piernas?

- Es una bomba que no explotó - le contesta el hombre-

La encontramos en el jardín y la llevo a la estación de policía.

El conductor dice:

- Usted no debiera llevar eso en las piernas. Póngala debajo del asiento.

La psicología y la espiritualidad (como generalmente la entendemos) quitan la bomba de las piernas y la ponen debajo del asiento. No solucionan realmente sus problemas. ¿Alguna vez ha pensado en eso? Usted tenía un gran problema y ahora lo cambia por otro. Siempre será así hasta que solucionemos ese problema llamado "USTED".

Extracto del libro:
Despierta (charlas sobre la espiritualidad)
Anthony de Mello

miércoles, 26 de agosto de 2015

EJERCICIO (EL MAL NO EXISTE)

Piensa en algo que hayas hecho en el pasado y que al recordarlo tenga sentido de culpabilidad. Entiende que, como para ti lo que hacías tenia una parte de agrado, esa parte no te dejó ver tu injusticia, o pudo más que ella. Tú actuabas bajo los efectos de la programación, paralizado e hipnotizado por ella, creías que tu felicidad estaba en hacer aquello, ¿No?. A ver si eres capaz de ver lo que sucedió como consecuencia de una enfermedad de la que quieres sanar.

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Si te das cuenta de ello, es que despiertas a la realidad, es que te estás sensibilizando, y en donde hay sensibilidad — apertura hacia la verdad — no puede haber pecado. Puedes estar enfermo y necesitar curarte, despertarte más a la realidad, pero si ya lo puedes observar, señal de que lo estás consiguiendo.

Ya sabes el porqué de tu obrar así. 

A ver si eres capaz de perdonarte tú, sin más sentido de culpabilidad ni resentimiento. Si de verdad has comprendido la situación y aceptado tu papel en ella, ya no habrá remordimiento ni rechazo alguno al recordarlo.

Ahora piensa en algún rechazo, ofensa o injusticia que has recibido de otro. ¿Era una ofensa?. ¿O es que tu miedo e inseguridad hizo que te sintieras ofendido?. Es posible que el otro no supiese obrar debidamente, pero piensa que, al actuar así, a quien hizo más daño es a sí mismo, no a ti. ¿Eres capaz de verlo?.

El otro es inocente, aunque en ese momento hubiese reaccionado ofuscadamente, cómo un loco. Pero lo importante es que él no está capacitado para ofenderte, ni con palabras, ni con actitudes, ni con gestos. Es tu inseguridad la que se sintió atacada e hizo que tus mecanismos de defensa se pusieran en guardia. Recompón la situación y verás como es así. 

¿Qué es el pecado?. Existe el pecado, pero es un acto de locura. Tú preocúpate de desmontar tu programación y no te preocupes de lo que te digan.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello

martes, 3 de febrero de 2015

POCO SIRVEN LAS PALABRAS

La realidad siempre es concreta, pero los conceptos sólo pueden acercarse a la realidad si son abstractos. Cada uno de nosotros tenemos unas peculiaridades que nos son esenciales — salen de nuestra identidad esencial — que es algo específico lo que hace que cada uno sea uno, y para lo cual no existe adjetivo que lo defina. No sirven las palabras. Entonces, si al intuir eso específico de una persona me formo una imagen y la registro en la memoria, en un recuerdo, la he cristalizado en un solo aspecto de su ser, y además aprisionada en un concepto que le queda chico, porque es incapaz de definir lo que captó la intuición.

La persona es siempre evolutiva, en movimiento, mostrando distintas y continuas facetas que son infinitas y no se pueden fijar. Párate a escuchar a una persona — pero con la mente limpia de recuerdos y conceptos prefijados de ella — y verás cómo te sorprende a cada instante con facetas desconocidas, siempre nuevas e imprevisibles.


Ahora piensa que, si al hombre no se le puede clasificar, a Dios que es la Unidad, menos. Los prejuicios son los que fijan a las personas. Prueba a verte a ti con ojos nuevos, luego a las personas más cercanas, luego la naturaleza y, así, estarás más cerca de poder ver a Dios. A Dios sin conceptos, despojado de los ídolos en que lo convertimos.

Lo cierto es que la realidad concreta es el concepto abstracto, porque la realidad siempre fluye, siempre está en movimiento como la persona. Las células de las personas se van renovando en cada instante mientras la persona sigue siendo la misma, se va mostrando de mil formas, por lo que es imposible enmarcarla en una de ellas. Así, somos cambiantes como un río siempre en movimiento. Tener conceptos para la realidad es una injusticia. Es como querer cristalizar a las olas, que no son cosa, sino acción. Igual le pasa a toda la creación, y con más razón a las personas.

Tú no puedes meter un huracán en una caja, y tampoco puedes meter la realidad en una caja. Los límites de la realidad son inmensos y movibles. Lo que ocurre es que el mundo en que estamos acostumbrados a movernos no es la realidad, sino un conjunto de conceptos mentales. Sólo los místicos son capaces de ser tan libres como para vivir la realidad tal como es.

Lo cierto es que tal libertad asusta, nos impone, porque supone romper con todo o, por lo menos, cuestionarlo todo. Ellos le ponen interrogantes a todo. Más vale la duda — acordaos — que la oración. Lo que ocurre es que no tenemos la verdad, sino la fórmula. Hay que pasar por encima de la fórmula para llegar a la verdad.

Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello

domingo, 7 de diciembre de 2014

¿ QUIÉN ES EL RESPONSABLE DE TU PROGRAMA?

Si observas de qué modo estás hecho y cómo funcionas, descubrirás que hay en tu mente todo un "PROGRAMA" TODA UNA SERIE DE PRESUPUESTOS ACERCA DE CÓMO DEBE SER EL MUNDO, CÓMO DEBES SER TÚ MISMO Y QUÉ ES LO QUE DEBES DESEAR. 

¿Quién es el responsable de ese "PROGRAMA" ?Tú no, desde luego. No eres realmente tú quien ha decidido cosas tan fundamentales como son tus deseos y exigencias, tus necesidades, tus valores, tus gustos, tus actitudes... Han sido tus padres, tu sociedad, tu cultura, tu religión y tus experiencias pasadas las que han introducido en tu "ORDENADOR" las normas de funcionamiento.

Ahora bien, sea cual sea tu edad y vayas a donde vayas, tu "ORDENADOR" va contigo y actúa y funciona en cada momento consciente del día, insistiendo imperiosamente en que sus exigencias deben ser satisfechas por la vida, por la gente, por ti mismo. De hacerlo así, el "ORDENADOR" te permitirá vivir pacífica y felizmente; de lo contrario, y aunque tú no tengas la culpa, generará unas emociones negativas que te harán sufrir. 

Cuando, por ejemplo, otras personas no viven con arreglo a las expectativas de tu "ORDENADOR", éste te atormenta a base de frustración, de ira, de amargura... O cuando, por ejemplo, las cosas escapan a tu control, o el futuro es incierto, tu "ORDENADOR" insiste en que experimentes ansiedad, tensión, preocupación... Entonces empleas un montón de energías en hacer frente a esas emociones negativas. Y generalmente te las apañas para gastar más aún energías en intentar cambiar el mundo que te rodea, al objeto de satisfacer las exigencias de tu "ORDENADOR", con lo cual obtienes cierta dosis de una paz bastante precaria, porque en cualquier momento la menor nimiedad (un tren que se retrasa, una grabadora que no funciona, una carta que no llega...) no es conforme con el programa de tu "ORDENADOR", y éste se empeñará en que vuelvas a preocuparte de nuevo. 

POR ESO LLEVAS UNA EXISTENCIA PATÉTICA, SIEMPRE A MERCED DE LAS COSAS Y LAS PERSONAS, TRATANDO DESESPERADAMENTE DE QUE SE AJUSTEN A LAS EXIGENCIAS DE TU "ORDENADOR", A FIN DE PODER TÚ DISFRUTAR DE LA ÚNICA PAZ QUE CONOCES: UNA TREGUA TEMPORAL DE TUS EMOCIONES NEGATIVAS, CORTESÍA DE TU "ORDENADOR" Y DE TU "PROGRAMA". 

¿Tiene esto solución? Por supuesto que sí. Naturalmente, no podrás cambiar tu "PROGRAMA" de buenas a primeras o quizá nunca.

Pero ni siquiera lo necesitas. Intenta lo siguiente: imagina que te encuentras en una situación o con una persona que te resulta desagradable y que ordinariamente tratas de evitar. Observa ahora cómo tu "ORDENADOR" entra instintivamente en funcionamiento e insiste en que evites dicha situación o trates de modificarla. Si consigues resistir y te niegas a modificar la situación, observa cómo el "ORDENADOR" se empeña en que experimentes irritación, ansiedad, culpabilidad o cualquier emoción negativa. Sigue considerando esa situación (o persona) desagradable hasta que caigas en la cuenta de que no es ella la que origina las emociones negativas (ella se limita a "estar ahí" y a desempeñar su función bien o mal, acertada o equivocadamente, es lo de menos). Es tu "ORDENADOR" el que gracias al "PROGRAMA", se empeña en que tu reacciones a base de emociones negativas. Lo verás mejor si logras comprender que hay personas que, con un programa diferente, y frente a la misma situación, persona o acontecimiento, reaccionan con absoluta calma y hasta con gusto y contento. No cejes hasta haber captado esta realidad: la única razón por la que tú no reaccionas de este modo es porque tu "ORDENADOR" insiste obstinadamente en que es la realidad la que debe ser modificada para ajustarse a su "PROGRAMA". Observa todo esto desde fuera, pos así decirlo, y comprueba el prodigioso cambio que se produce en ti. 

Una vez que hayas comprendido esta verdad y, consiguientemente, haya dejado tu "ORDENADOR" de generar emociones negativas, puedes emprender cualquier acción que creas conveniente. Puedes evitar la situación o a la persona en cuestión; puedes tratar de cambiarla; puedes insistir en que se respeten tus derechos o los derechos de los demás; puedes incluso recurrir al uso de la fuerza... Pero sólo después de haber conseguido liberarte de los trastornos emocionales, porque sólo entonces tu acción nacerá de la paz y del amor, no del deseo neurótico de satisfacer a tu "ORDENADOR", de ajustarse a su "PROGRAMA" o de liberarte de las emociones negativas que genera. Y sólo entonces comprenderás cuán profunda es la sabiduría de estas palabras: "Al que quiera pleitear contigo para quitarte la túnica, déjale también el manto; y a quien te fuerce a caminar una milla, acompáñalo dos". Porque te resultará evidente que la verdadera opresión proviene, no de las personas que pleitean contigo ni de quien te somete a un trabajo excesivo, sino de tu "ORDENADOR", cuyo "programa" acaba con la paz de tu mente en el momento en que las circunstancias externas dejan de ajustarse a sus exigencias. Se sabe de personas que han sido felices... ¡incluso en el opresivo clima de un campo de concentración! 

De lo que necesitas ser liberado es de la opresión de tu "PROGRAMA". Sólo así podrás experimentar la libertad interior que está en el origen de toda revolución social, porque esa intensísima emoción, esa pasión que brota en tu corazón a la vista de los males sociales y te impulsa a la acción, tendrá su origen en la realidad, no en tu "programa" ni en tu ego. 


Del libro:
UNA LLAMADA AL AMOR

Anthony de Mello