viernes, 3 de julio de 2015

UN 90% DE LA POBLACIÓN MUNDIAL NO SABE PENSAR

Según los expertos, no nos enseñan a tener una mente abierta
Muchos lo sospechaban, pero no había datos fehacientes. Al menos hasta ahora. Sin embargo, Robert Swartz -doctor en el «National Center For Teaching Thinking» estadounidense- acaba de desvelar que entre un «90 y un 95 por ciento» de la población mundial no sabe pensar adecuadamente. Según explica, la razón debe buscarse en las escuelas, donde se enseña a memorizar, pero no a razonar y a resolver un problema haciendo uso de la creatividad.
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«Poca gente en el planeta ha aprendido a pensar de forma más amplia y creativa. […] El progreso de la humanidad depende de este pensamiento», ha determinado el experto. Swartz ha lanzado este dato apenas un mes antes de viajar a Bilbao, donde se reunirá elICOT –el mayor congreso nacional sobre inteligencia- los días 29 de junio y 3 de julio. En él, este científico pretende demostrar que es posible reflexionar sobre el uso del pensamiento en las áreas deeducación y deporte –entre otras-.
Concretamente, este experto en pedagogía educativa cree que actualmente existen múltiples formas para implementar el pensamiento y que ayudan a la población a «mejorar su forma de pensar». Swartz ha desvelado a su vez que la sociedad no sabe usar su mente por culpa, principalmente, de la escuela del siglo XXI, en la cual -aunque es completamente diferente a la de siglos anteriores- no se cambia la forma de educar a los más jóvenes.
Como solución para hacer que este dantesco porcentaje se reduzca, Swartz propone fomentar la comunicación desde la infancia, pues más de un 99% de los problemas del ser humano tienen un origen lingüístico. Por otro lado, considera que los colegios deben crear «sujetos activos» a la hora de aprender, y no pasivos. Es decir, capaces de pensar de manera crítica y no limitándose a recibir información. La clave, según él, radicaría en enseñar a las nuevas generaciones a «pensar de forma crítica».
En esta misma línea, Swartz cree que hay que fomentar la empatía en los más pequeños para que aprendan a valorar la opinión del otro, el trabajo en equipo y que sepan amoldarse a la mayoría.

domingo, 28 de junio de 2015

REGALOS QUE SE RECHAZAN

Había un profesor comprometido y estricto, pero muy reconocido también por sus alumnos como un hombre justo y comprensivo. Un cierto día, al terminar las clases, y mientras organizaba unos documentos encima de su escritorio, uno de sus alumnos se le acercó y en forma desafiante le dijo: 

—Profesor, lo que más me alegra de haber terminado las clases es que no tendré que escuchar más sus tonterías y podré dejar de ver su fastidiosa cara. 

El alumno estaba erguido y arrogante, esperando que el maestro reaccionara ofendido y descontrolado. El profesor miró de frente al alumno por un instante y en forma muy tranquila le preguntó: 

—Cuando alguien te ofrece algo que no quieres, ¿lo recibes? 
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El alumno quedó desconcertado por la inesperada pregunta y no pudo más que contestar: 

—Por supuesto que no —repuso en forma aprensiva y fría. 

—Bueno —prosiguió el profesor—, cuando alguien intenta ofenderme, o me dice algo desagradable, me está ofreciendo algo (en este caso una emoción de rabia y rencor) que yo puedo decidir aceptar o no aceptar. 

—No entiendo a qué se refiere —replicó el alumno confundido. 

—Muy sencillo —dijo el profesor—: tú me estás ofreciendo rabia y desprecio; y si yo me siento ofendido, o me pongo furioso, estaré aceptando tus emociones como un regalo. Y yo, mi amigo, en verdad prefiero obsequiarme mi propia serenidad. 

Enseguida añadió: 

—Muchacho, tu rabia pasará; pero no trates de dejarla conmigo como si fuera un regalo porque no me interesa guardarla. Yo no puedo controlar lo que tú llevas en tu corazón, pero de mí depende lo que yo cargo en el mío.

¿Somos dueños o esclavos de nuestros sentimientos? 

Cada día, en todo momento, tú puedes escoger qué clase de emociones o sentimientos quieres poner en tu corazón; y lo que elijas lo tendrás, hasta que decidas cambiarlo.

Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 2a parte

jueves, 25 de junio de 2015

LA INTOLERANCIA A LA SOLEDAD

Así como el apego sexual puede ser una motivación para estar con alguien, la soledad mal manejada empuja a las personas a buscar compañía, cosa que nada tiene que ver con el amor. La «pareja» es un paliativo para sobrellevar una vida solitaria y con el tiempo, el alivio que genera el acompañamiento va convirtiéndose en apego: necesito tu presencia, no soporto ver mi mundo despoblado.

Recuerdo la declaración de amor que un hombre le hizo a una mujer en mi presencia: «Tú llenas un vacío». ¿Amor estomacal? ¿Amor compensatorio? Un amor que «llena un vacío» es un amor sospechoso, demasiado funcional para mi gusto. También he oído decir a veces: «Tú me completas», como si el otro fuera una prótesis. En el caso que estoy comentando, el «vacío» del que hablaba el supuesto enamorado no era otra cosa que la soledad en la que se hallaba inmerso. El mensaje subyacente podría haberse expresado en otros términos: «En mi vida hay mucho lugar disponible, demasiado espacio para una sola persona, ¡por favor, ocúpalo!».

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El conflicto que genera la intolerancia a la soledad es complejo. La dinámica oculta es más o menos como sigue: «Cuando estoy sin ti, la desolación me agobia y te necesito, pero cuando ya estás en mi hábitat, comienzo a añorar mi soledad». ¡Inmanejable!

La hipersensibilidad a la soledad produce mucho malestar y hacemos cualquier cosa para evitarla. Algunos, hasta se casan.

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso

ENSAYA LA SOLEDAD

 Un paciente me dijo una vez: «¿Para qué voy a ir al cine, si ella no está?», y el cine le encantaba. También recuerdo una mujer que, cada vez que su marido viajaba, descuidaba su arreglo personal al máximo (en realidad ni se bañaba) y se encerraba a ver la tele todo el día. No estaba deprimida, era víctima de un pensamiento dependiente: «¿Para qué, si él no está?». Absurdo, como cualquier patología: para qué vestirme, para qué cuidarme, para qué conectarme con la gente... En fin, para qué vivir, si el hombre o la mujer (mi hombre o mi mujer) no está presente.Los que son más o menos independientes saben que cuidarse, estar limpio y bien vestido es para agradarse a uno mismo. ¿Narcisismo? No. Más bien autoexhibicionismo: sentirse atractivo sin acuerdos ni consensos externos, ser espectador de uno mismo. Cuando estamos en pareja, nos acostumbramos a hacer la mayoría de las cosas a la par, algo que penetra en nuestro repertorio conductual hasta que se transforma en hábito, y si el otro no está presente, nos sentimos extraños y desubicados.

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La soledad afectiva no tiene por qué ser una tortura. Hay que aprender a jugar y estar con ella. La soledad no se define por sustracción (estar «sin ella» o «sin él»), sino  por una multiplicación del «yo» que se recrea en el autodescubrimiento. Y no estoy hablando de los retiros espirituales o irse a la cima de una montaña desierta (si bien no niego que a veces pueda ser útil hacerlo); lo que sugiero es apropiarse de la soledad, tocarla, ensayarla y meterse de lleno en ella, perderle el miedo y convertirla en una experiencia alegre y fructífera. La soledad inteligente no es desolación o aislamiento, es una elección razonada donde los demás siguen disponibles para el encuentro: tu pareja no es un lazarillo.

Invítate a ti mismo a salir y conversa de «tú a tú» o de «yo a yo». Tu mente te extraña. Y aunque hagas todo lo posible para justificar la presencia de la persona que amas en cada instante de tu vida, tendrás que reconocer, aunque sea a regañadientes, que la pareja a veces sobra y molesta a pesar de que la ames. Hay momentos que son exclusivamente tuyos y que no están diseñados ni pensados para nadie más. ¡Utilízalos y sácales provecho!

Extracto del libro: 
Manual Para No Morir de Amor 
Walter Riso

Pagó 24.000 dólares para salvar a 400 animales del festival de carne de perro

China
La activista Yang Xiaoyun se convirtió en un ícono de la lucha a favor de los derechos de los animales. Crece la indignación por el polémico festiva
La activista china Yang Xiaoyun se ha convertido en un icono de la lucha a favor de los derechos animales al pagar 24.000 dólares para salvar a más de 400 animales de su sacrificio en el Festival de Carne de Perro de Yulin (sur de China).


Según informó hoy el diario Global Times, la activista de 65 años y originaria de Tianjin (noreste), pagó 24.000 dólares (21.430 euros) para salvar del sacrificio y consumo a 360 perros y docenas de gatos en el Festival del Lichi y de la Carne de Perro de Yulin, celebrado el lunes en la provincia sureña de Guangxi.
Este año, debido a la creciente indignación ciudadana por esta fiesta y a la caída del negocio de la carne de perro, muchos comerciantes han optado por vender estos animales de compañía a Xiaoyun, en vez de sacrificarlos.
Yang refleja el descontento ante este festival que comparten con ella cada vez más millones de chinos, en un país donde se cree que al menos 30 millones de hogares tienen perros como mascota.
"Quiero difundir el amor de la gente a los perros mediante la construcción de refugios para estos animales y abriendo restaurantes vegetarianos", señaló Yang al rotativo oficial chino, y añadió que la celebración de eventos contra el consumo de carne de perro no es un método eficaz.
No obstante, las autoridades chinas rechazaron su plan para construir un refugio para perros en Yulin y Yang se ha visto obligada a establecer una casa de acogida temporal para canes en una carretera remota, desde donde transportará a los perros a su ciudad natal de Tianjin.
El Festival de Yulin comenzó a popularizarse en 1995, cuando los vendedores de una famosa calle de restaurantes de la ciudad colocaron carteles que decían: "Bienvenidos al festival de carne de perro", según explicó Wei Wanli, un empleado de la oficina veterinaria de Yulin.
La costumbre tomó más fuerza desde 2009, cuando un plato con carne de perro ganó un festival gastronómico de la ciudad.

CONOCERNOS O SABER SOBRE NOSOTROS

A veces quizás no querramos saber lo que somos por miedo a descubrirlo. Muchas personas abrigan el temor secreto de ser malas. Pero no seremos nada de lo que averigüemos sobre nosotros. Nada que podamos saber sobre nosotros es nuestra esencia.

Mientras algunas personas no desean saber quiénes son por temor, otras tienen una curiosidad insaciable acerca de sí mismas y desean saber más y más. Podemos sentir tal fascinación por lo que somos, que pasamos años acudiendo al psicoanalista para esculcar todos los aspectos de nuestra infancia, descubrir los temores y deseos secretos y levantar capa tras capa de complejidad en la constitución de nuestra personalidad y de nuestro carácter. Después de 10 años, el terapeuta podría cansarse de nosotros y de nuestra historia y dictaminar que nuestro análisis está completo. Quizás nos despache con una historia clínica de 5.000 páginas. "Esto es todo sobre usted. Esto es lo que usted es". Pero camino a casa con los papeles bajo el brazo, la satisfacción inicial de saber finalmente lo que somos da paso rápidamente a una sensación de vacío y a la sospecha de que debe haber algo más. Y por supuesto qué hay, quizás no en los términos cuantitativos de los hechos, sino en la dimensión cualitativa de la profundidad.

No hay nada de malo con el psicoanálisis ni con tratar de develar el pasado, siempre y cuando no confundamos el hecho de saber sobre nosotros con el hecho de conocernos a nosotros mismos.

La historia clínica de 5.000 páginas es sobre nosotros: el contenido de la mente condicionada por el pasado. Todo aquello que averigüemos con el psicoanálisis o la observación propia es acerca de nosotros.

No es lo que somos. Es contenido, no esencia. Ir más allá del ego implica salirnos del contenido.

Conocernos a nosotros mismos es ser nosotros mismos y, para ello debemos dejar de identificarnos con el contenido.

La mayoría de las personas se definen a sí mismas a través del contenido de su vida. Todo lo que percibimos, experimentamos, pensamos o sentimos es contenido. El contenido es lo que absorbe por completo la atención de la mayoría de la gente y es aquello con lo cual se identifican. Cuando pensamos o decimos, "mi vida", no nos referimos a la vida que somos sino a la vida que tenemos, o parecemos tener.

Nos referimos al contenido: la edad, la salud, las relaciones, las finanzas, la situación laboral y de vida, y también el estado mental y emocional. Las circunstancias internas y externas de la vida, el pasado y el futuro, pertenecen al plano del contenido al igual que los sucesos, es decir, todo aquello que acontece.

¿Pero qué más hay aparte del contenido? Aquello que nos permite ser, el espacio interior de la conciencia.

Una Nueva Tierra (extracto)
Eckhart Tolle

SOBRE EL EGO

No confundas vencer el ego y ser humilde, con desvalorizarte.
Si haces algo bien, se justo contigo mismo y apláudete.”


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“Para vencer a la vanidad empieza por vencer el deseo de mostrar tu humildad.”

Decía mi abuelo: “Demasiada humildad es orgullo”.

“Un Troll es una persona que entra en tu casa, devora lo que puede y luego te insulta. Lo respetas porque te ayuda a desarrollar tu humildad.”

-¿Cómo acabo con mi orgullo?
-Pinta tu orgullo de negro y exhíbelo como humildad.

“Tratar de sanar al otro exige humildad, porque en el camino de su curación tú debes desaparecer para permitirle curarse a sí mismo.”


ALEJANDRO JODOROWSKY:

LA CARTA DEL VIEJO

Amada hija: El día que este viejo ya no sea el mismo, ten paciencia y compréndeme. 

Cuando derrame comida sobre mi camisa y cuando olvide cómo atarme mis zapatos, tenme paciencia: recuerda las horas que pasé enseñándote a hacer las mismas cosas. 

Si cuando conversas conmigo repito y repito las mismas palabras y sabes de sobra cómo terminan... no me interrumpas y escúchame. Cuando eras pequeña para que te durmieras, tuve que contarte miles de veces el mismo cuento hasta que cerrabas los ojitos. 

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Cuando estemos reunidos y sin querer haga mis necesidades, no te avergüences y comprende que no tengo la culpa de ello, pues ya no puedo controlarlas. Piensa cuántas veces cuando niña te ayudé y estuve pacientemente a tu lado esperando a que terminaras lo que estabas haciendo. 

No me reproches porque no quiera bañarme; no me regañes por ello. Recuerda los momentos que te perseguí y los mil pretextos que te inventaba para hacerte más agradable tu aseo. 

Cuando me veas inútil e ignorante frente a todas las cosas tecnológicas que ya no podré entender, te suplico que me des todo el tiempo que sea necesario para no lastimarme con tu sonrisa burlona. Acuérdate que fui yo quien te enseñó tantas cosas. Comer, vestirte y cómo enfrentar la vida tan bien como lo haces, son producto de mi esfuerzo y perseverancia. 

Cuando en algún momento, mientras conversamos, me llegue a olvidar de qué estamos hablando, dame todo el tiempo que sea necesario hasta que yo recuerde, y si no puedo hacerlo... no te impacientes; tal vez no era importante lo que hablaba y lo único que quería era estar contigo y que me escucharas en ese momento.

Si alguna vez ya no quiero comer, no me insistas. Sé cuánto puedo y cuándo no debo. También comprende que, con el tiempo, he perdido los dientes y el gusto para sentir. 

Cuando mis piernas fallen por estar cansadas para andar... dame tu mano tierna para apoyarme como lo hice yo cuando comenzaste a caminar con tus débiles piernitas. 

Por último, cuando algún día me oigas decir que ya no quiero vivir y solo quiero morir... no te enfades. Algún día entenderás que esto no tiene que ver con tu cariño o cuánto te ame. Trata de comprender que ya no vivo sino que sobrevivo, y eso no es vivir. 

Siempre quise lo mejor para ti y he preparado los caminos que has debido recorrer. 

Piensa entonces que con este paso que me adelanto a dar, estaré construyendo para ti otra ruta en otro tiempo... pero siempre contigo. 

No te sientas triste, enojada o impotente por verme así. Dame tu corazón, compréndeme y apóyame como lo hice cuando empezaste a vivir. 

De la misma manera como te he acompañado en tu sendero, te ruego me acompañes a terminar el mío. 

Dame amor y paciencia, que te devolveré gratitud y sonrisas con el inmenso amor que tengo por ti. Te quiere, Tu viejo.

miércoles, 3 de junio de 2015

VIDA SOCIAL

El noventa por ciento de las actividades de la gente no sirve para nada; no solo son inútiles, sino dañinas también. Es lo que llamas hacer vida social, encontrarse con personas, relacionarse, charlar, conversar, y casi todo tonterías. Es bueno que desaparezca; cuando uno se vuelve un poco alerta, desaparece.

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Es como alguien que ha sufrido una fiebre muy alta, en la que ha gritado y ha dado vueltas en la cama. Luego la fiebre remite y considera que la vida ha desaparecido porque ya no se agita ni dice que la cama vuela por el cielo, que está rodeado de fantasmas. Ya no se encuentra en un estado de delirio. Desde luego parecerá un poco pobre, porque lo rodeaban un montón de personas y volaba por el cielo y hablaba con los Dioses... ¡todo ha desaparecido y regresado la normalidad! 

Eso es lo que sucede cuando desaparece la vida social: el delirio se desvanece... te conviertes en ser normal. En vez de hablar todo el día, de cotillear de manera innecesaria, hablaras de forma telegráfica. Quizá no hables mucho, tal vez te conviertas en persona de pocas palabras, pero esas pocas palabras serán importantes. Y en ese momento solo permanecerán las relaciones verdaderas, que son valiosas. 

No hace falta estar rodeado de una multitud. Unas pocas relaciones íntimas son suficientes; satisfacen de verdad. De hecho, como la gente carece de relaciones íntimas, quizá tenga muchas para sustituirlas. Pero la verdadera intimidad no se puede sustituir. Puedes tener mil y un amigos, que no compensarán un único amigo de verdad. Pero eso es lo que hace la gente: cree que la cantidad puede convertirse en sustituto de la calidad. Nunca es así, no puede serlo.

Extracto del libro:
DÍA A DÍA
Osho
Día 286