“Si vos estudiás una carrera, si vos
sos trabajador, si sos honesto, si no sos vago, si no estafás a la gente, si
sos consecuente, yo no te puedo asegurar que vas a ser rico, pero vas a poder
darle de comer a tu familia, vas a tener una casa, vas a tener un auto, vas a
poder irte de vacaciones y vas a poder educar a tus hijos y casarlos para
que ellos estén bien”.
Cuando
mi papá me lo decía, eso era verdad. No era conocimiento académico, era
conocimiento de vida, él lo había aprendido así y era cierto. Si hoy le
dijera eso a mi hijo, le estaría mintiendo. PORQUE YO NO PUEDO ASEGURARLE
QUE SI ESTUDIA UNA CARRERA Y ES UN TRABAJADOR HONESTO, VA A PODER COMER TODOS
LOS DÍAS. Y EL LO SABE.
El
mundo es incierto para nuestros hijos. No es nuestra culpa, pero es así.
El
mundo de hoy es otro, y esto tiene que ver con el conocimiento. El mundo no
cambia sólo en lo académico, cambia también en estas cosas.
Y
ENTONCES, YO VOY A TENER QUE APRENDER QUE NO PUEDO SEGUIR DICIÉNDOLE ESTAS
ESTUPIDECES A MI HIJO, PORQUE SON MENTIRAS. Yo lo se y el también lo sabe.
Tengo
que enseñarle mis referencias, que incluyen mis valores y mis habilidades
emocionales, pero tengo que tener la suficiente humildad para saber que
son reglas que el puede cuestionar.
Mi
papá me decía: “¡SI
YO TE DIGO QUE ES ASÍ... ES ASÍ!”.
Si
yo le digo a mi hijo esto hoy... ¡se atraganta de risa!. Y tiene razón. ¿Por
qué va a ser así porque yo digo que es así?
La
certeza de mi papá era honesta. Mi incertidumbre también.
Pero
atención, no digo que no haya que decirles nada y pensar: "total... que se
arreglen”. No.
Tenemos
que empezar a tomar conciencia de esta situación para centrarnos mas en
transmitir lo mismo que transmitimos con mas énfasis todavía en los
valores y en las cosas que creemos, pero sabiendo que ellos van a tener
que adaptarlas a su propio mundo, traducirlas a sus propios códigos. No van a
poder tomarlas tal cual se las decimos.
Cada
vez que hablo de este tema en una charla, alguien salta y dice:
“NO,
PORQUE MI GENERACIÓN FUE LA MAS JODIDA...”.
Todas
las generaciones creen que son la bisagra, la que mas sufrió... No hay una sola
generación que no me haya dicho esto.
Claro,
¡como no van a saltar!. Saltan porque yo les estoy diciendo: Todos sus
esfuerzos son inútiles. ¿Por qué no se dejan de molestar a los pobres
chicos?.
Voy
a darnos un mensaje para nosotros mismos:
Nuestra
generación de padres no es la peor, la peor es la de mis viejos. ¿Por qué?.
Porque la generación que hoy tiene entre 70 y 80 años es la que sufrió el
odioso cambio de jerarquías.
Cuando
mi viejo era chico y se cocinaba pollo, que era todo un acontecimiento, mi
abuela lo servía y mi abuelo, que le gustaba la pata, agarraba las dos
patas de pollo, se las servía para el y dejaba el resto para que los hijos
agarraran. Y a nadie se le ocurría cuestionar el derecho de mi abuelo. Era un
derecho del padre de familia servirse primero.
Cuando
mi viejo tuvo a sus hijos. ¡Le cambiaron las reglas! ¿Es casi una maldad!.
Lo
que le pasó a la generación de mi viejo no tiene nada que ver con lo que nos
pasó a nosotros.
Nuestra
generación ha sido privilegiada. Y la de nuestros hijos también.
Nosotros
pasamos por tener el lugar de elegir. ¡Nuestros viejos nunca!.
Mi
abuelo, que no era el privilegiado cuando era chico, si lo fue de grande. Es
decir, en algún momento ligó. Y nosotros también. ¡Los viejos que nacieron
en el primer cuarto de siglo, no!. Esos no ligaron nunca.