Siento la vida transcurrir en forma de tiempo,
en verdad, siento que la vida es un maravilloso
regalo. Cuando la conocí, ella pensaba
suicidarse; un par de frases fueron suficientes para
recordarle que la vida es… otra cosa.
Siento que la vida me mira desde cualquier parte,
como diciéndome, ¿qué esperas?
Me siento privilegiado de estar vivo, darme cuenta
que estoy vivo, que amanezco cada día, que se desliza
mi curiosidad por cada pregunta, que se filtran
Mi tráfico mental fabrica nuevas ideas. Un sueño,
agazapado como un gato, espera mi próximo
silencio para decirme tantas cosas sin palabras.
Un temor antiguo corre a cualquier parte. Constato
que desapareció el miedo al miedo y que mi
libertad sale a jugar a la calle con total impunidad.
En la habitación del pasado, guardo varios recuerdos,
son rigurosamente buenos; los demás fueron
descartados por inservibles, luego de servir para
algún aprendizaje pendiente.
Desde la ventana del presente miro al futuro y no
veo nada. Con el tiempo comprendí que las cosas no
están decididas de antemano, que somos tan libres
que incluso podemos hacernos daño sin que se conmueva
el Universo. Cuando desperté del sueño de la
ignorancia, reconocí que estoy vivo, que estar vivo
es mucho más que comer, trabajar, distraerse y descansar.
Un hombre se estrelló ayer contra el muro de
la incomprensión y se declaró infeliz; nadie le dijo,
que la felicidad incluye muros y cicatrices.
El futuro es el departamento donde se almacenan los
sueños, esos castillos en el aire que requieren cimientos,
sólo posibles de edificarse en el presente.
Hoy estaba pensando que la gente se muere sin haber
vivido. Me froté los ojos. Era medio día. Una
pareja cerca mío intercambiaba caricias. Ella murmuró
algo en voz baja. Él la desvestía con la mirada.
Eran jóvenes, transportaban toda la inexperiencia
posible. De adulto él roncará y ella estará frustrada.
Me negué a ese destino, presiento que la vida es
algo más, que la noche incluye estrellas y que cada
hora puede incluir extensas plenitudes. A eso apunta
esta constelación de enseñanzas motivadoras en
forma de frases, reservadas para quienes están en el
punto de sensibilidad preciso, que les habilita para
descubrir la vida.
Ninguna alarma se activa cuando alguno dejó de
vivir, ningún chirrido suena cuando uno se queda
dormido. Estas frases, una por día, son para sobrevivir
y luego de lograrlo, para comenzar a vivir.
La dosis mínima, una cápsula-frase por día y si las
compartes mejor todavía. Si aún estás vivo, si puedes
saborear estas frases, entonces llena tu vida de
vida, sólo la plenitud calma la sed existencial, basta
que alguien se declare feliz para que evolucione
toda la humanidad, porque ello implica, un infeliz
menos. En esa perspectiva van estas enseñanzas,
diseñadas para regalarse. Si quieres dar un regalo
inolvidable, estas son las herramientas para vivir
mejor, pero si quieres vengarte de un enemigo,
también este libro es una buena oportunidad, para
contagiar tu felicidad y dejar que triunfe el amor.
Tomado del libro:
La Vida es un regalo
Chamalú