Nos aburrimos por la memoria, cuando
ésta está contaminada por la emoción, pues si olvidásemos por completo lo
anterior con sus emociones, todo nos parecería nuevo. Lo que ocurre es que solemos petrificar
las emociones en la memoria. LA REALIDAD ES QUE TODO CAMBIA
CONTINUAMENTE, Y SI PUDIÉRAMOS VERLO ASÍ, TODO NOS SORPRENDERÍA POR SU
NOVEDAD.
Cuando
hacemos favores, si los hiciéramos sin llevar cuenta, no esperaríamos
luego agradecimiento, pero llevamos cuenta y luego nos hacemos la ilusión
de que lo hemos hecho por altruismo. Si cuando haces algo por otro, lo
haces a gusto y eres feliz haciéndolo, ¿Por qué esperas
entonces correspondencia?.
El
amor desinteresado, ¿Existe?. Y, sin embargo, es el único al que se puede
dar el nombre de amor. ¿Quién quiere ser objeto de un amor sacrificado?.
Te gusta que el otro disfrute amándote, y también que disfrute al hacerte
un favor. ¿Entonces por qué cuando eres tú el que ama o hace el
favor esperas una compensación?, ¿No es bastante la alegría de poder amar
y de participar con el otro lo que tienes?.
La
gratitud es un gancho. NUESTRA
CULTURA LO CONVIRTIÓ EN UNA «OBLIGACIÓN», Y LA SOCIEDAD DE CONSUMO HA
MONTADO UN GRAN NEGOCIO CON ELLO.
«Moyto obrigado», dicen los
portugueses, en una definición exacta de lo que ha llegado a ser el
agradecimiento. La cultura contamina lo que toca porque es un elemento
manipulador.
El
niño es otra víctima de la violencia cultural. La cultura dice: «HAY QUE REFORMAR AL NIÑO», CON
LO QUE SE DA POR SUPUESTO QUE EL NIÑO ES MALO, Y CON LA CONSIGNA DE QUE
HAY QUE PREPARARLO PARA LA VIDA» (¿QUÉ VIDA?) SE LE DOMESTICA METIÉNDOLE
UNA PROGRAMACIÓN DE LEYES Y REGLAS DE CONDUCTA. El niño, precisamente, nace con
toda su capacidad despierta para agarrarse a la vida, pues la vida es
precisamente la única maestra que no se equivoca y lo educa en libertad.
En
la India hay niños de seis años que se ganan el sustento para ellos y sus
familiares, y es la vida y la necesidad las que lo han enseñado.
Al
niño le hace falta la libertad. «Más vale un barrendero feliz que un juez
o un gran político infeliz». CON TODA LA MEJOR VOLUNTAD DEL MUNDO,
LA GENTE RELIGIOSA ES OPRESORA. LO QUE SUELE LLAMARSE «RESPETO» ES
UNA FORMA RESPETABLE DEL MIEDO. Hay que darle al niño de 6 años el
mismo respeto que al presidente de la nación. La función que haga cada uno
no tiene ninguna importancia. Todos somos necesarios. El valor a tener en
cuenta es ser feliz y buscar tu sitio en la vida.
Extracto del libro:
La Iluminación es la Espiritualidad
Anthony de Mello