"Mi pareja y yo discutimos por cualquier cosa”.
Es una expresión muy común que se escucha en la consulta, seguida de "necesitamos entendernos, díganos que hacer para lograrlo”.
Ante esta demanda de ayuda el terapeuta no se puede negar, pero tampoco su intervención se encuentra orientada a suministrar una suerte de "recetas prácticas” o consejos para facilitar el entendimiento mutuo entre la pareja.
Tomando en cuenta la premisa básica que parte del principio que las parejas descubren su punto de encuentro en aquellos traumas originados en la infancia de cada uno, cuyo espejismo de solución se cristaliza en las fortalezas o recursos que se aprecian en ambos para complementarse mutuamente, vemos como al transcurrir el tiempo este espejismo se esfuma develando tarde o temprano que el otro idealizado no es capaz de tapar la propia falta y por el contrario, comienzan a relucir las faltas cuya fuente se encuentra en el trauma originario que paradójicamente se convierte en motivo de desencuentro.
Es así como surge el conflicto entre parejas, cuya solución amerita que los involucrados sean capaces de reconocer sus propios traumas y aceptar sus propias faltas, para luego buscar puntos de convergencia basados en una apertura de criterio que propicie una comunicación fluida y rica desde el punto de vista cualitativo y cuantitativo.
Esta dinámica se facilita mediante la sustitución paulatina de las posiciones rígidas por posiciones flexibles de cada uno, ya que la rigidez es una de las peores enemigas de la comunicación fluida, tan necesaria para que una relación sea dinámica y funcional, que permita a los miembros de la pareja aceptar y dirimir sus diferencias, tomando en cuenta que son semejantes más no idénticos, por la tanto la suya no es una "relación en espejo”, por el contrario, las diferencias pueden y deben enriquecer dicha relación en la medida que éstas puedan ser "metabolizadas” de manera positiva, permitiendo que cada individuo crezca mediante las enseñanzas del otro, en otras palabras, contribuyendo a que las diferencias sean fuente de acercamiento y no alejamiento, para convertirse en punto de encuentro y no de desencuentro.
Es precisamente a través de la comunicación fluida que es posible crear puentes de acercamiento al encuentro, pero para superar los conflictos que impiden una relación funcional de pareja, muchas veces es necesario el apoyo y la orientación terapéutica especializada, tomando en cuenta que el éxito del tratamiento terapéutico depende directamente de la relación de compromiso que adquiera la pareja con su propio tratamiento.
De esta relación de compromiso dependerá fundamentalmente la superación del conflicto, porque ella marcará a su vez, la voluntad de los participantes de renovar su compromiso como pareja, y redescubrirse a sí mismos, aceptándose internamente cada uno con sus propias fortalezas y debilidades, y a su vez, aceptándose mutuamente libres de prejuicios, en otras palabras, aceptando sus propias faltas internas y aprendiendo a vivir con ellas y con las del otro, sin angustiarse, ni lastimarse a sí mismos ni entre los dos.
La experiencia psicoanalítica en pareja constituye un camino pleno de revelaciones, a través del cual los integrantes de la pareja se dan la oportunidad de reencontrarse a sí mismos y entre los dos, redescubriéndose y reinventándose juntos, haciendo de su relación una nueva vivencia, más rica y estimulante, y sobre todo más sólida al lograr puntos de encuentro y de saber qué hacer para entenderse ante cualquier divergencia.
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viernes, 26 de septiembre de 2014
DESENCUENTRO EN LA PAREJA
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