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viernes, 28 de agosto de 2015

LOS PELIGROS DE DESAHOGARSE

Hay terapeutas que nos aconsejan expresar nuestra ira para sentirnos mejor. Nos sugieren que digamos o hagamos cosas para sacar la cólera que sentimos, como coger un palo y golpear un neumático, o dar un portazo con todas nuestras fuerzas. O también golpear una almohada. Estos terapeutas creen que es el método para eliminar la energía de la ira que hay en nosotros, y lo llaman «desahogarse».

Cuando tu habitación está llena de humo, quieres ventilarla para que salga el humo. La ira es una especie de humo, una energía que te hace sufrir. Cuando el humo de la ira surge, quieres abrir la puerta y encender el ventilador para que salga la ira. Así que te desahogas golpeando una piedra o un árbol con un palo, o aporreando una almohada. He visto a mucha gente hacerlo. Pero en realidad, con este método sólo te sientes mejor temporalmente, y además los efectos que tiene son muy perjudiciales, te harán sufrir mucho más.

La ira necesita energía para manifestarse. Cuando intentas descargarla golpeando algo o aporreando la almohada con todas tus fuerzas, al cabo de media hora estarás agotado. Y como estarás hecho polvo, no te quedará más energía para alimentar la ira que sientes y pensarás que ha desaparecido, pero no es cierto, lo que ocurre es que estás demasiado cansado para estar enfadado.

La ira que sientes surge de las raíces de la ira que hay en ti. Las raíces de la ira se arraigan en la ignorancia, en las percepciones erróneas y en la falta de comprensión y compasión. Cuando das rienda suelta a la ira, simplemente estás abriendo la energía que alimenta la ira en ti, pero sus raíces siguen estando ahí, y al expresar la ira de este modo, las fortaleces. Este es el peligro que comporta desahogarse.

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En el New York Times del 9 de marzo de 1999 apareció un artículo sobre la ira titulado:«Descargar la agresividad no es aconsejable». Según este artículo, los psicólogos sociales habían llevado a cabo numerosas investigaciones y habían sacado la conclusión de que intentar descargar la ira y la agresividad golpeando una almohada y haciendo cosas parecidas no ayudaba en absoluto. En realidad, empeoraba la situación.

Cuando aporreas una almohada, en vez de calmar y disminuir la ira que sientes, la estás fortaleciendo. Si lo haces a diario, la semilla de la ira que hay en ti crecerá cada día. Y algún día, cuando veas a la persona que te ha hecho enfurecer, tal vez practiques lo que has estado ensayando. La golpearás y acabarás en la cárcel. Por eso, manejar tu agresividad golpeando una almohada o desahogándote no sirve para nada y es una práctica peligrosa. En realidad no estás desahogando la energía de la ira, porque la ira no desaparece de tu organismo.

Descargar la cólera que sentimos es una práctica basada en la ignorancia. Cuando imaginas que la almohada es el objeto odiado y la golpeas, estás manifestado ignorancia e ira. En lugar de disminuir la violencia y la ira que experimentas, te enojas y enfureces más.

Una serie de terapeutas han confirmado que la práctica de desahogar la ira es peligrosa. Me explicaron que dejaron de aconsejar a sus pacientes que la hicieran, porque después de haberse desahogado golpeando una almohada estaban cansados, por eso se sentían mejor. Pero una vez descansaban y comían un poco, si alguien llegaba y regaba las semillas de la ira que había en ellos, se enfurecían más que antes, porque habían estado alimentando las raíces de su ira al manifestarla.

Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh

domingo, 9 de noviembre de 2014

¿ESTÁS SEGURO DE ESTAR EN LO CIERTO?

En una ocasión, un hombre tuvo que pasar una larga temporada fuera de casa. ANTES DE IRSE SU MUJER QUEDÓ EMBARAZADA, PERO ÉL NO LO SUPO ENTONCES. Al regresar, su esposa había ya tenido un hijo. El marido sospechó que no era suyo y creyó que era el hijo de un vecino que solía ir a trabajar para la familia. Miraba receloso al niño y lo odiaba, incluso veía los rasgos del vecino en la cara del pequeñín, hasta que un día un hermano suyo que fue a visitarle por primera vez, al ver a aquel niño le dijo: «Es clavado a ti. Parecéis dos gotas de agua». La visita del hermano fue un acontecimiento feliz porque ayudó al padre de aquel niño a desprenderse de su percepción errónea, pero ésta había estado controlando su vida durante doce años.

Le hizo sufrir profundamente a él, a su mujer y, por supuesto, a su hijo, que padeció por culpa de esa clase de odio.


TODO EL TIEMPO ESTAMOS ACTUANDO BASÁNDONOS EN PERCEPCIONES ERRÓNEAS. No hemos de estar seguros de ninguna percepción que tengamos. Cuando contemplas una hermosa puesta de sol, puede que tengas la certeza de que está ocurriendo en aquel momento, pero un científico te diría que la imagen del sol que estás viendo es de hace ocho minutos. La luz del sol tarda ocho minutos en llegar a la Tierra, porque viene de muy lejos. Cuando ves una estrella también crees que está allí, pero aquella estrella puede que haya desaparecido hace uno, dos o diez mil años.

HEMOS DE TENER MUCHO CUIDADO CON NUESTRAS PERCEPCIONES, DE LO CONTRARIO SUFRIREMOS.

Es una buena idea escribir en un papel: « ¿ESTÁS SEGURO ?» y colgarlo en la habitación. En las clínicas y en los hospitales están empezando a colgar esta clase de avisos: «Aunque estés seguro, compruébalo de nuevo». Lo hacen por precaución, porque si una enfermedad no se detecta a tiempo, después puede ser muy difícil de curar. Los médicos no están pensando en términos de formaciones mentales, sino de enfermedades latentes. Pero nosotros también podemos usar este lema: «AUNQUE ESTÉS SEGURO, COMPRUÉBALO DE NUEVO». Por culpa de nuestras percepciones hemos convertido nuestra vida y la de nuestra persona amada en un infierno. ¿ESTÁS SEGURO DE LAS PERCEPCIONES QUE TIENES?

Hay quien sufre durante diez o veinte años por culpa de sus percepciones erróneas. Está seguro de que la otra persona le ha traicionado o le odia, aunque ésta sólo tuviera buenas intenciones.

Alguien que sea víctima de una percepción errónea, causa mucho sufrimiento tanto a sí mismo como a los que le rodean.

Cuando estés enojado y sufras, te ruego que vuelvas a ti mismo y examines muy a fondo el contenido, la naturaleza de tus percepciones. Si eres capaz de eliminar tu percepción errónea, recuperarás la paz y la felicidad y podrás amar de nuevo a la otra persona.