El culto a la personalidad se caracteriza por una excesiva adoración y adulación a la persona amada. Los que entran en esta variante emocional pasan del amor a la pleitesía y del cariño a la reverencia. Una vez oí a una joven mujer decirle a su novio lo siguiente: «No sabes cuánto agradezco que te hayas fijado en mí. Una persona como tú, que está por encima de los demás... ¡Gracias!». Debe de ser muy complicado enamorarse de un superhombre o una supermujer, sobre todo siendo un simple mortal.
Es verdad que a veces erotizamos a quien admiramos, pero una relación de pareja saludable no es una «secta de dos» donde uno es el ungido y el otro el gurú. A la pareja hay que amarla relajadamente, degustarla, disfrutarla, abrazarla, hacerle cosquillas, tomarle el pelo, reírse, invadir su territorio y compartir secretos, sin tantos códigos y requisitos formales y sin caer a sus pies o rendirle pleitesía. Cuando idolatras a la persona que amas, eres súbdito y no pareja.
Para que lo tengas más claro: si reúnes algunas de las siguientes conductas o actitudes, estás metido de lleno en una relación afectiva cuyo motor es el culto a la personalidad.
- Sientes que la persona que amas es alguien superdotado y fuera de serie y te postras ante ella. El amor que sientes se confunde con veneración, devoción, adoración o idolatría. Piensas que su personalidad merece que le rindan culto porque, aunque no es un dios o una diosa, se le parece bastante.
- Aceptas todo lo que tu pareja te dice o sugiere sin rechistar. Consideras que sus puntos de vista son la expresión de la más profunda sabiduría, lo que te imposibilita cualquier refutación u oposición. Poco a poco el vínculo afectivo/ sexual se va transformando en una relación maestro/alumno. ¿Cómo hacer el amor con tu «guía espiritual » y no morir en el intento? ¿Cómo ser tú mismo con alguien que está «más evolucionado » y te lleva años luz de ventaja?
- Atacas a cualquier persona que no vea lo inefable de tu pareja. La premisa es: «Quien no sea capaz de vislumbrar su maravillosa esencia no merece estar a su lado y será declarado mi enemigo personal».
- Crees que debes convertirte en el biógrafo de tu pareja y documentar aspectos de su vida cotidiana, como llevar un diario de sus frases célebres o de sus pensamientos, un álbum con sus fotos, guardar la ropa que ya no usa, grabar o filmar sus actividades...En fin, intentar construir una memoria histórica que haga las veces de santuario y archivo consagrado.
- Atribuirle dones o capacidades fuera de lo normal y establecer correlaciones ilusorias entre estos «poderes» y la realidad. Por ejemplo creer que es capaz de adivinar el futuro, identificar la maldad o la bondad de la gente con sólo mirarla, leer la mente y cosas por el estilo.
Que quede claro: no me estoy refiriendo a la exaltación natural y juguetona que hacemos de la persona amada cuando regalamos sus oídos para que se estremezca y magnificamos un poco los piropos para ensalzar el romance. De lo que hablo es del convencimiento irracional e infundado de que nuestra pareja es tan especial y única, que el amor común y corriente no consigue colmar su extraordinaria condición. No hablo de amar, sino de canonizar. En ocasiones, cuando me enfrento a ciertas idealizaciones afectivas francamente descabelladas, le suelo preguntar a mis pacientes: «Discúlpeme: ¿su pareja vuela?».
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
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