Cómo salirse del juego perverso de aparentar «ser menos» para que el otro se «sienta más»
¿REALMENTE QUIERES SER MEDIOCRE?
Creo firmemente que las personas tenemos una misión que cumplir y parte de ese «destino» se relaciona con nuestras fortalezas y capacidades. La posibilidad de optimizar las virtudes que poseemos es parte de nuestra autorrealización. Los griegos definían la virtud como una fuerza o disposición que permite desarrollar lo que somos de la mejor manera posible. Apropiarse y conciliarse con el propio ser en tanto ponemos a rodar lo mejor de cada uno: puro crecimiento. No obstante, si «por amor» decido bloquear mis capacidades y «vivir menos» le estoy quitando sentido y fuerza a mi existencia.
Cada vez que te anulas, que inhabilitas tu «yo» y te privas de avanzar emocional y psicológicamente, das un paso atrás. Y si esta actitud se mantiene y generaliza, perderás en tu propia limitación y te acostumbrarás a ser mediocre, pudiendo no serlo. Si tienes la posibilidad de ser una persona brillante, emprendedora, inteligente, amable o eficiente, entre otras muchas virtudes posibles, tienes que serlo, ésa es tu misión. Así que cuando decides acoplarte a la incapacidad de tu pareja, corres dos riesgos: violentarte internamente y resignarte a tu nuevo papel. Un amor que te obliga a involucionar es un castigo.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso
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