Pequeña guía para no idealizar a tu pareja y que el amor
se pose sobre la tierra.
Dar refuerzos, festejar los éxitos de la persona que amas o expresar afecto libremente es agradable y mantiene activa tu condición humana. Entregar amor al prójimo parece ser placentero en sí mismo; sin embargo, todo hace pensar que cuando estamos en pareja, este «altruismo emocional» requiere de retroalimentación para que funcione bien. Nuestra mente busca reciprocidad en la persona amada. Esta correspondencia no debe ser milimétrica y puntillosa, pero sí debe existir en tanto el corazón y el cuerpo la demandan. No se trata de egoísmo, sino de necesidad y expectativas: si damos sexo, esperamos sexo; y si somos fieles, esperamos fidelidad. «Amor con amor se paga», dice el refrán, y no hay nada mercantilista en ello; simplemente no queremos estar con alguien narcisista o indiferente que nos mire por encima del hombro o que se «olvide» de amarnos.
En el proceso de idealización del otro, este toma y daca, el balance esencial de la democracia amorosa, se rompe o se debilita, pues vemos al otro como un ser superior al que nada se le puede exigir o demandar. Rendirle pleitesía a la persona que amas te llevará a la sumisión y a la obediencia ciega: cuando tu existencia adquiere sentido gracias a tu pareja, ya andas de capa caída.
Extracto del libro:
Manual Para No Morir de Amor
Walter Riso